25 de agosto de 2009

Cara de K

a la Dra K



Es un hecho delicado — ¿cuándo no?―
un día soleado que le hizo bajar la guardia, o al menos fingirlo;
tambalearse sobre mí (que ya era otro)
atravesada por los vidrios negros, naranjas,
de su ventana
que los rayos de sol cabalgaban.
Cayéndose a mis brazos, tropieza con su rencor, orgullo quebrantado
entre mi lentitud y su urgencia por saltar
a la vida
que no supo lograrse,
para no decir que es sólo
un sueño...
Humedad habita cada rincón abatido de su cuerpo, del mío.
M: —Antes me colgaba al sol, hacía de mí su cometa...

K: —Limítese a vivir, respirar, caminar entre los tiestos rotos de mi vieja ventana; regresé cuando se sienta viejo y descolorido,
asómbrese de que aún la puerta continúe con el cerrojo forzado;
imagine,
recuéstese a soñar, padecer mi ausencia;
escuche esa pequeña caja musical de espejos de agua helada, piense el poema que le falta a su colección;
dígame que no es verdad la fascinación de mi media cara
ese pedazo de rostro mío que le ofrezco por la pantalla
cuánto más pida más dolor traerá, lo sabe...
abandone sus chillidos, congráciese con mi mundo aunque jamás le permita habitarlo
y sepa lo que intentó ignorar, enséñeme mis mentiras
lance esas daguitas a mi trágica carita snob;
olvide mi concha, mis tetas:
¡su remedio está tan lejos...!

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