18 de diciembre de 2010

Handle with care

Último de los nacidos
bajo la tiranía,
el Erizo no se atreve a dar un paso adelante
ni uno atrás.

“Hay mañanas saladas como el mar” dice tu madre.
“Conócete a ti mismo” dice el encuentro
al pie del cerro,
pero ya nadie cree que valga nada
la calle techada.

Y tus hijos perdidos te avergüenzan tanto
unidos a los borrachos,
caminando a tientas
con un pie en la noche
otro en el alba.

****

Afuera el viento es fuerte;
adentro espero que la pasta se ponga “al dente”
en el organismo.
A lo lejos alguien camina
por una calle que desde acá
no veo.
Empieza con los primeros bostezos,
empezó hace un par de horas,
es el primer engranaje que gira
mientras la tierra llega,
se levanta desde la calle con el paso
de los coches.

****

Ahora el comunicado dice:
“El cazador levantó la tregua y prepara un nuevo y mejorado ataque”
y es imposible expresarse
frente a él como quisieras
sin sentirte ridículo o vano.

****

¿Qué hace que una novela funcione?
No funciona y no funciona.
Este aparato tiene los fusibles quemados.
Llamen al técnico
que es también filósofo,
y está pensándola sin parar
pero quedan demasiadas dudas.

****

La primera parte promete,
pero al final decepciona.
Probó con el coloquialismo,
se puso simbolista un par de meses
pero lo dejó tan fácil como se pensaba.

Me dijo una tarde en su casa subterránea:
“el poema es un dispositivo frágil,
la mínima torpeza lo desbarata.
No te distraigas...”
y me extendió la mano
en la que había un sticker que decía
HANDLE WITH CARE.

****

Empieza a hacer frío para quedarse afuera
pero están cerradas las puertas
y adentro hay
una familia entera.

28 de octubre de 2010

Obra social

¿Qué te gustaría ser
cuando seas grande?
Una banda de delincuentes, papá.
Que la vida y las cosas
de los hombres
no me toquen.

El gallo

Sí, claro.
Lloraría también por los que están a solas
y no piden nada,
hundiéndose entre la culpa y el alba.

Gallito ciego,
tres por tres veces
cantó ante la ventana
del chico debatiéndose entre la furia
y la calma,
el plato con la merca,
la lapicera sin tinta
y el cuaderno de tapas rayadas.

Gallito del alba
escapándole a los zorros, a la cana,
sin casco estrellándose el alma
donde la gloria y la vida
caben en el barro,
en las zanjas.

Tatuada por la espalda

Buscamos todo el tiempo.
Para eso partimos
una y otra vez de cada casa.
Una sonrisa puede convertirse
en carcajada,
o en frío.
Te vi prisionera del hielo
que vas cargando
en las espaldas,
donde hasta ayer
tenías flores tatuadas
ahora hay escarcha.

Lindsay sale de prisión

Lindsay salió de prisión.
Por buena conducta, es lo que dicen.
Yo le daría mi amor,
y le daría todo el día, toda la vida.
Pero es en vano mi terco amor:
a los dos nos gusta comer de la mano,el mismo postre, los mismos labios

1 de agosto de 2010

El éxodo voluntario o La canción del inmigrante

La imbecilidad contagiada como un virus.
No fue un día nublado,
igual, podemos llegarnos hasta
la barra, pedir bajito pero firme
otro vaso de whisky.
El humo de cigarrillo
y los días de sexo sin distinciones
que si es novia una,
esposa la otra,
y aquella viuda.
No tan trágico pero
con el mismo palpitar
de un suicidio
es tu reacción, tan abrupta, tan
egoísta, absurda, pendeja.
Dejás que tome las riendas
que ponga el cartel equivocado
en el camino correcto.
Escuchás una y otra vez
La Canción del Inmigrante
(Immigrant song)
sin remedio.

¡Ah, el Fracaso Sra,
el Fracaso s.r.l.!
el fracaso se apoderó del cielo,
ahora rojo,
ahora frío, lejano,
como buscando el horizonte del desierto
en Sonora.

¿Qué mentira podría ser verdadera?

¿y qué sueños comimos de un sólo bocado
sin tener en cuenta,
luego vendría la cuenta,
demasiado para nuestros bolsillos
de clase baja, asalariada?,
nuestra economía en negro
en rojo, sin aguinaldos.
El amor en la economía de dos ratas,
¡la real pareja de mendigos!
¿O acaso sabemos algo más que mendigar?
¿algún mérito más que saber pedir perdón a tiempo?
¿Dónde pondremos tanta mala suerte?
¿y qué vamos a hacer
cuando sepan el pecado?

Ella habló con las palabras justas. No derrochó
ni una sílaba.
Jamás hubo una
economía hecha tan perfectamente de
silencio, de “sentido común”.
Me doy lujos pequeños, aún con un
sueldo avaro. Cerveza verde, cigarrillos
con más químicos.
Pequeños lujos o pequeñas terquedades.
Puesto en el veraz perdés credibilidad ¿y si con la muerte
entrás al Veraz de dios a pagar los platos rotos, los libros robados,
las oportunidades perdidas?

A mí, la verdad, tu maldad me agrada. Pero no podés ganarme en todo. Te juego a mentir. Rápido y sin pensar, engañar. Te juego a convencer. Te gano. Lejos. Te gano por goleada.
Mi lapicera por ejemplo. Cuando está por morir larga tinta a borbotones. ¿es así morir de un buen tajo? Cuanto más cerca la muerte ¿más sangre a chorros?

Compré un buen combustible.
Listo para prenderle fuego al borrador
de mi vida.
Ese manuscrito falso, ese cruel apócrifo.

El cachorro no tiene piedad y rompe todo.
Es imposible —por ahora—
curar su pequeña neurosis.
Y los pájaros de la madrugada vuelven al nido
con su madre,
gallina del amor inquebrantable,
alas cortas, poco carreteo.

Allá está Jacinto jugando al empleado del mes.
La fábrica de colchones tiene todos
los sueños reservados
a dios en su oficina.
Y en el negocio de tu viejo
hoy vi entre dos sillones de cuero
marrón,
flotar al sueño sobre el colchón,
¡gran publicidad!
Tu familia subsiste y se mantiene gracias a la venta
rutinaria de electrodomésticos.
Nunca nadie pensó en un uso
tan positivista de la electricidad,
del matrimonio y sus hipotecas.
Llevemos a pastar los lobos,
al parque.
Que corran y que muerdan
a los enemigos públicos de la intimidad.
Para eso prometí poner en duda
el conocimiento científico,
el éxodo voluntario,
la fisonomía del dolor,
los sueños de la voracidad,
el desprecio sistemático por los
borrachos,
esos fieles amigos que se dejan ver alegres
por Constitución, o en Alberdi, o en El zapato.

Oh, Santa niña de cejas de diablo,
ya no me uno al coro de los vencidos!
no puedo levantarme temprano
ni practicar la autosuficiencia;
todas las falsas poses de oscuro
y maldito,
esos disfraces bonitos,
me quedan grandes.

Para los calculadores:
jamás tendré “un proyecto a futuro”
¿qué es esa verdura?
no puedo apretar el dentífrico
desde abajo, prolijamente.
Un beso en la boca
al despertar
porque...
¿cómo besarte si ya corriste a cepillarte?,
¡esas especulaciones,
esas miserias pequeñas!

No hay verdad en el lenguaje
ni mentira
ni amor ni odio
hay palabras, tan sólo, como piedras tiene el camino,
como flores en el infierno
del invierno.
Yo crecí en El Campito
aprendí algunos juegos,
no tantos como mi viejo,
muchos más que mi hermano pequeño.
Y mi hermano, el héroe,
es ahora un cazador,
tiene las venas hinchadas, un bosque
propio; domina las alturas donde
se hizo guerrero, visionario,
agricultor y genio.