Cuando todavía me habituaba a soñar
cuando preparábamos juntos la dosis
ella sonreía.
Ella elegía los colores para el cielo
y para
el cielorraso y las paredes.
También ponía a todo volumen
las melodías.
Ahora el desayuno frío
es demasiado para uno.
Y bueno,
en La plata, tal vez
sepa
encontrarme y perderse
en la diagonal.
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