22 de mayo de 2012

El inquilino


Pensamos en "mañana"
no mucho más que hace diez años.
Apenas media hora más
por mes.
Este inquilino que vive
tranquilo, y se mueve lento
por tu costado inquieto,
a costa tuyo, usando tu pseudónimo,
es el cerebro de una organización mágica.
Consume en verano toda la leña
cortada para el invierno
y falsifica tu firma en las reuniones familiares.
Estás borrado ahora
y la única compañera es Pirra,
la nena de los anzuelos.

A las 9:20, a la noche,
no tenés hambre,
y es indistinto porque no hay comida;
no hay cielo arriba
ni demonios por ahí abajo.
Están mezclados, encimados, confundidos.

Hay una incertidumbre —una no certeza—
pero nadie que golpee la puerta.

Estás vendiendo los libros robados,
la ropa que no usás,
el tiempo que no tenés.

Yo te vi como una aparición
relajarte a los pies de la cama
donde están los perfumes
recreando la vida
cerca de la destilería de esencias
de la que vivíamos cerca,
tan cerca...

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